Fútbol, birras y Rock & Roll

La informació ha estat extreta de Odio el Fútbol Moderno.

Domingo 22 de septiembre de 2019, en la ciudad de los con barbas modernos y sus mil y una barberías pijas, uno ya no sabe si Messi lleva la barba como todos o todos llevan la barba como Messi. Y yo que ayer me afeité para currar hasta bien entrada la noche, me quedé sin salir, así que hoy ando solitario pero conmigo en una Barcelona que ayer estaba en fiestas y hoy descansa su resaca. Pocas cosas que hacer para un cuarentón, pocas cosas que hacer para un solterón. Llamo a un colega y no sale porque está en coma me dice, hablo con otro y está de comida con los suegros, y me anticipa que se va alargar, y me anticipa también que seguramente llueva, y que comenzarán a caer gotas a las 20.02 como bien le anuncia su aplicación que nunca falla.

Bajo a la calle en busca de sol antes de que su amarillo marchite, deambulo con mi soledad hasta parar en una antigua bodega y pido un vermut que me sirven con naranja, oliva y sifón, como toca. Anchoa y vermut, vermut boquerón, ese es mi menú de hoy, que disfruto mientras ojeo la prensa que se ceba con un Barça que perdió con Leo. Pues vale, pues bien, pues me alegro. Y leo también, en una de las últimas páginas, en pequeñito, que hoy hay derbi en la ciudad, que en el campo de la Energía el Sants recibe al Sant Andreu, dos clubes de dos barrios que fueron pueblo y hoy conservan su espíritu, dos históricos que con sus inconfundibles colores se enfrentarán a las 18h de la tarde, justo antes de la lluvia de las 20:02, me da tiempo, pienso.

Línea azul hasta Collblanc y cambio hasta Foneria, en el vagón me acompaña la hinchada del Sant Andreu que camina en grupo pero silenciosa. Son demasiado jóvenes para los Who, y visten zapatillas Adidas, llevan pendientes, gorra, algún tatoo y muchas camisetas antifa. Junto a ellos llego sin miedo hasta el campo.

El campo de la Energía no debería ser el campo del Sants, pero al club nómada de la ciudad le toca jugar en ese humilde rectángulo de Zona Franca porque le arrebataron su Magoria que sigue reivindicando a pocos años para su centenario. Pago unos euros y entro al campo que es feo de cojones la verdad, con apenas asientos, donde el fútbol se ve mayoritariamente de pie. Lo bueno es que tiene bar, y lo bueno es que es un buen bar, y lo bueno de la Tercera es que puedes beber cerveza, así que me pido una que me cuesta unos euros más.

Al salir del bar me encuentro en una esquina a los supporters dels Sants, que se llaman Resakas, que son mayores y que con sus boinas adquieren aspecto de canallas borrachuzos con aliento a rock de garaje y ska. Incondicionales sin tatuajes quizás demasiado viejos para Fear of the Dark, pero que no pararán de ondear banderas verdiblancas durante todo el partido, de golpear su bombo y de cantar, como también hace esa barra brava catalana que son los hinchas del Sant Andreu. Se percibe respeto entre los dos colectivos.

Comienza el partido y el marcador se mueve rápido en favor de los locales. Pero son los visitantes los que a mi parecer dominan con más sentido el cuero. El fútbol de Tercera es un gran descubrimiento, el ritmo es impresionante y escuchas todo de los jugadores, hasta del juez de línea (¿se llama así todavía?) que pasa corriendo constantemente por delante de mis narices a la vez que habla por el pinganillo. Hubiera podido ser un buen carrilero, y míralo el pobre, aguantando al señor que le reclama fuera de juego cada vez que el rival se acerca al área.

Hay cosas del fútbol moderno que un purista no soporta, por ejemplo el maldito césped artificial que quita buena parte del aroma a fútbol de mi niñez. Por otra tener que ver a los porteros siempre monocolor y vestidos de Teletubbie. Pero en Tercera también hay detalles que te evocan a tiempos pasados nunca olvidados. Ver a un defensa central sin número , o ver jugar a Josu Rodríguez del Sant Andreu, es espectacular, un guerrero de pelo canoso que lo hace todo, centra y remata, batalla, batalla y batalla, corre y pelea, y también habla y provoca con inteligencia, y con sus botas amarillas se muestra omnipresente por ese verde de plástico y caucho. Él centra los córners, y lo hace mejor que Rafa Paz, y él mismo busca el remate y lo hace al estilo Zamorano. Suyo fue el gol del empate de soberbio testarazo que bien hubiera podido firmar el ilustre delantero chilenoPero el Sants no se achantó y se puso de nuevo por delante con un gol de patio de colegio, centro raso a ver quién la toca y tras unos rebotitos acaba el balón en el fondo de las mayas. Era todavía la primera parte y el partido se estaba volviendo loco, idas y venidas, algún entradón a destiempo, la peña de Sant Andreu animando, los Resakas también, y entonces apareció la magia de un mago que se adueñó de la medular. A los calvos no les dejan jugar ya en Primera y por eso Toni Alcover deleita con la zamarra del Sant Andreu en los prados de Tercera ¡qué jugador! ¡qué toque! ¡qué detalles! qué gusto da ver de cerca, a unos metros de ti a un futbolista tan elegante, y la gente piensa que en Tercera juegan los cojos, lo que se pierden algunos. Él mismo fue el encargado de ejecutar el penalti con el que los visitantes empatarían el partido, el especialista no podía ser otro, el 10.

Con el empate a dos los protagonistas marcharon al vestuario y yo, como el resto de aficionados, fui al bar a por más cerveza. En la segunda mitad el Sant Andreu puso una marcha más que el Sants, y un futbolista carismático, Elhadji Baldeh Kandeh, consumó la remontada de los visitantes en el minuto 75. Se llama Elhadji Baldeh Kandeh, y mide 195 cm, es un delantero muy muy fuerte y una constante amenaza para los defensas que no saben como marcarlo, los que buscan el cuerpo a cuerpo salen mal parados. Un hueco que le dejaron, lo aprovechó para anotar de inapelable zambombazo.

Parecía decidido, parecía sentenciado, Sant Andreu imponía su dominio, aunque el Sants de Tito tiró de orgullo y tuvo la oportunidad de empatar de penalti a poco del final, pero este partido guardaba un personaje barbudo y shakesperiano; el número 11 local, Cristian Fabregat, que pocos minutos después de errar desde los once metros lo que hubiera significado el empate a 3, cometió el penalti con el que Laro Setién, hijo de Quique, sentenciaría el derbi. 2-4, y los de las cuatro barras que se quedaron unos minutos sobre el verde en júbilo con su afición.

No pudo haber mejor domingo para un solitario, para mí, que ya estoy esperando nuevos derbis en esta ciudad que parece que no tenga más colores que el azul y el grana, pero que guarda maravillosas historias futboleras casi en cada calle. Un universo del fútbol underground se esconde en Barcelona y privilegiados son los que lo conocen.

Tuve tiempo antes de irme de la Energía de charlar con la carismática presidenta del Sants, sí, el club verdibanco está gobernado por una mujer, Montserrat Dot, afable y entrañable señora que me contó que el Sants se fundó en 1922 por la unión de cuatro clubes, dos ciclistas ( el Club Ciclista de Sants i el Velo Sport Sants)y dos de fútbol (el Football Club Internacional y el Centre Sport Sants) que unieron sus fuerzas para representar juntos al barrio como Unió Esportiva de Sants, que tiene que hacer álgebra en su día a día para que salgan las cuentas de un club al que no le queda más remedio que apostar por la cantera y la gente de la casa y elogia a los chavales del primer equipo, puesto que la gran mayoría han salido del fútbol base. Pese a la derrota de los suyos se muestra contenta de llevar el timón de un club que goza de salud y puede presumir de esfuerzo a pocos años de su centenario. Como también puede presumir de una junta en la que hay cuatro mujeres dando voz. Y es que la Montse lleva desde los catorce años vinculada al mundo del deporte, cuando entró a trabajar en un diario deportivo de Barcelona, “Diario Dicen”, y que a pesar de que como gracienca solía acudir al campo del Europa, fue trabajando para el diario donde conoció al que hoy es su marido, con el que comenzó a seguir domingo sí domingo también a la U.E. Sants, en principio para acompañarlo a realizar fotografías.

Con el tiempo el amor la llevó a convertirse en la primera mujer directiva del Sants para finalmente convertirse en la primera presidenta del club. Y en la actualidad, como presidenta, abandera la reivindicación de un club histórico que exige un campo propio con el que su masa social se identifique, es una reivindicación pero sobre todo una necesidad.

Le pregunté, ya que en los últimos años hemos visto a otros equipos modestos de barrio como Montañesa o Horta jugar play off de ascenso a Segunda B si aspira a ver al Sants en la categoría de bronce y me contestó que eso hoy por hoy es imposible, que no se pueden comparar con las posibilidades del Sant Andreu, o con equipos que no son de Barcelona como Hospitalet, Cornellà o Prat, que tienen ayuntamientos que se implican mucho en el fútbol, y que para el Sants, que no puede invertir demasiado en fichajes no puede haber categoría más alta que la Tercera.

Me voy con la sensación de que la Tercera es lo mejor, con mi “encervezada” garganta, con sus pequeñas historias y esas especies protegidas, como la Montse, que conforman el verdadero fútbol, y alejados de los focos y de las cámaras, hacen del esfuerzo y la pasión su modus vivendi.

Son las 20.02, y las primeras gotas van cayendo sobre el cemento, me voy a casa, he visto 6 goles y eso en el fútbol de hoy es Rock & Roll del de antes, ha sido un buen día, sin duda volveré a la Energía.

Texto: Miquel Sanchis. Odio el Fútbol Moderno.

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